¿QUÉ ES UNA CRÍTICA?

Sobre la crítica y el crítico de cine


Sobre la crítica y el crítico de cine

Supongo que habréis notado que los textos que más abundan en esta página web son las críticas cinematográficas. Y es que yo, personalmente, disfruto mucho más escribiendo críticas que realizando profundos análisis o divulgaciones teóricas. ¿Y por qué? Porque escribir una crítica es básicamente un ejercicio de reflexión. El visionado de una película por lo general no se extiende mucho más de un par de horas. Pero el proceso reflexivo sobre ellas puede durar días. Lo que voy a intentar transmitir en este artículo es mi opinión sobre lo que creo que es una crítica de cine, las características que ésta debería tener y la importancia y papel del crítico cinematográfico. Alguna cosa comenté ya en el texto introductorio a la sección de críticas, por lo que aquí voy a intentar profundizar un poco más.

Para empezar, el papel fundamental de la crítica es hacer pensar al lector. Por lo tanto, no puede darle todo masticado, ni imponerle una opinión. El crítico no tiene que darle el pez al lector, sino la caña para que aprenda a pescar él solo. El crítico ayuda a pensar al lector, le da las herramientas para que pueda hacer su propio análisis, resalta aquellas cosas que hayan podido pasar desapercibidas, le ayuda a detener y decodificar aquellas imágenes que le han ido lloviendo durante el visionado... También puede ayudarle a identificar, a poner palabras a aquello que haya podido sentir durante la película. Noel Ceballos tiene una frase que resalta muy bien esta necesidad de reflexión: "la crítica siempre debería ser la mitad de la experiencia cinematográfica. Primero hay que ver, pero después hay que pensar sobre lo visto. Son dos procesos en simbiosis, a mi modo de ver, y la crítica de cine puede aportar muchas herramientas y claves para la reflexión". Pero el crítico también es consciente de su subjetividad y sus limitaciones, y que no está exento de cometer errores. Un crítico no tiene la verdad absoluta sobre una película, ni siquiera el propio director la tiene. Porque una obra de arte es más que el artista, y por eso una persona con la mirada limpia y abierta puede llegar a un diálogo con la obra mucho más profundo que el propio creador de la obra. Por eso el crítico pretende ayudar al lector a generar su propia opinión.

El segundo punto es que, cuando se trata de una crítica de una verdadera obra de arte, lo importante es que el lector descubra la belleza de esa obra. Por lo tanto, lo principal no es la crítica, sino la obra, y lo que está más allá de la obra, a lo que apunta, su esencia. El crítico cinematográfico no es el mesías, sino más bien un profeta. El señala a la obra, resalta su belleza. Es un Juan Bautista que prepara el camino al Señor, aunque tenga que morir decapitado por decir la verdad y esto vaya contra la opinión de la gente. Por lo tanto, la crítica es humilde, está al servicio de la película, nunca debe utilizarse para ensalzar al propio crítico. Aun así, a pesar de que lo realmente importante es la propia obra de arte, la crítica cinematográfica es una obra nueva en sí, ya que tiene su propio aporte literario. Es decir, la crítica de cine es una obra de segundo grado, una obra de segundo orden construida sobre una obra de arte. Porque ciertamente una crítica de cine puede tener su propia poética, tiene su parte de creación, aunque esto no sea un requisito necesario. Pero qué mejor forma de enriquecer al lector que hacer arte hablando sobre el arte.

En tercer lugar, una crítica tiene que pensar en el público al que va dirigida. Por lo tanto, no debe ser excesivamente analítica ni teórica. No hay que escribir críticas para que las lean otros críticos, sino el objetivo es que llegue a la gente. Tiene que tener una parte accesible para todo el mundo, hasta para el lector que se está iniciando en el cine, o incluso para el que tropieza con la crítica por error. Esto no quita que puedan haber apartados con análisis cinematográficos más objetivos o teóricos, pero éste no puede ser el corpus principal de la crítica. El crítico puede usar estos criterios para su propio análisis, pero después tiene que poder transmitírselos al lector y hacerlos comprensibles, traducir el lenguaje cinematográfico al lenguaje cotidiano, y sobre todo, abrir las puertas a la reflexión, para que pueda llegar por su cuenta a las mismas ideas sin tener la base teórica sobre la que se apoya el crítico. También se tiene que ser consciente del tipo de espectador que probablemente se enfrentará a esa película, y por consiguiente podrá estar interesado en esa crítica concreta. Un cine más de autor quizás da pie a una crítica más poética y reflexiva, porque seguramente llegará hasta ella un lector más maduro y formado en el cine, y con una sensibilidad más despierta. En cambio, a una crítica de un blockbuster puede llegar cualquier persona que ande deambulando por internet. Por eso, quizás en estos casos hay que allanar el lenguaje u ofrecer algunos párrafos más accesibles para todos los públicos. Esto no significa cambiar de opinión, modificar el mensaje o reducir la excelencia, sino adaptar el estilo y el lenguaje, la adecuación que se suele decir.

Seguimos con un cuarto aspecto: el crítico debe ser crítico, no criticón. Y debe ayudar al lector a lo mismo. Una crítica a una mala película no puede ser peor que la propia película. Las películas siempre se tienen que analizar en profundidad. No es excusa que una película sea superficial para quedarnos en reflexiones superficiales, frases clichés y etiquetas genéricas. A veces, es muy obvio para el que tiene la sensibilidad un poco despierta cuándo una película es valiosa y cuándo no, especialmente cuando se trata de cine comercial. Pero el lector que ha llegado hasta tu crítica se merece saber por qué, se merece que le ayudes a despertar sus sentidos, a entender cuándo una imagen está vacía y cuando rebosa belleza. Y sobra decir que muchas veces entre muchos garbanzos aparece un sabroso trozo de chorizo. Hasta por error a un mal director se le puede colar un plano con alta carga estética. Y esto hay que saber verlo. Y dejadme que insista una vez más: más que crítico, un crítico debe ser reflexivo. El arte activa tanto los sentidos como el pensamiento. Esto no quiere decir que toda la reflexión tenga que ser acerca de aspectos cinematográficos. Las películas también resaltan ideas, sacan a la luz temas, verbalizan inquietudes, transmiten mensajes… Por eso dan pie a reflexionar y debatir tanto sobre los grandes interrogantes de la humanidad como sobre temas de la vida cotidiana y sobre las más diversas situaciones que plantee la película que se pueden ver reflejadas en la actualidad. Ahora bien, todo esto siempre y cuando se invite a la misma actitud reflexiva y no sea un manifiesto ideológico.

Quinto: de entre tanto ruido audiovisual, la labor del crítico es sacar a la luz aquellas obras que puedan hacer un bien al espectador. El volumen de películas que se producen cada año es algo inabarcable incluso para las personas que se dedican por completo a la crítica de cine. Por eso, también es importante que el crítico forme criterios que le ayuden a encontrar aquellas películas que valen la pena, y sepa dejar pasar aquellas que no le aportan nada, por muy famosas o polémicas que sean. Y también es la labor de un crítico leer a otros críticos y entre todos ayudarnos a picar la piedra para encontrar los diamantes. Porque al final cada uno tiene sus especialidades, y hay críticos más centrados en el cine de un determinado género o de un país concreto, y pueden ayudar a otros críticos a hacer un primer filtrado. Y luego poder trasmitirles a nuestros lectores en qué películas creemos que vale la pena invertir nuestro tiempo, y cuáles no aportan nada significativo. O si ya las han visto, que puedan coger los criterios necesarios para no cometer los mismos errores en un futuro. También el crítico tiene el deber moral de advertir al espectador qué obras pueden hacerle daño, ya sea tanto por la sensibilidad que este tenga ante determinados tipos de imágenes o sucesos, por los mensajes que transmite, o porque claramente hay un contenido que denigra los valores y la moral de la persona humana. Aunque para esto siempre hay que ir con pies de plomo, especialmente si no hay una certeza completa, y se debe exponer el por qué con humildad. El impacto que tiene una imagen en nosotros es mucho mayor del que a veces imaginamos. "Dime dónde pones los ojos y te diré quién eres" dice una frase. Aquello en lo que fijamos nuestra atención poco a poco nos va transformando, y esto se refleja luego en nuestra vida. Pero el impacto puede ser todavía mayor si viene acompañado de una idea que empieza a crecer dentro de nosotros. Por eso una película con malas intenciones cargadas con fuerza estética puede hacer mucho daño a la sociedad, igual que si esta viene repleta de un mensaje de esperanza puede hacer mucho bien. Como dice uno de los grandes críticos españoles de la actualidad "una buena película te cambia un poco la vida, y el trabajo del crítico es hacer que esa película llegue a las demás personas y cambie un poco esas muchas vidas, que sean más felices, y así la sociedad cambia un poquito. Ver buenas películas nos hace mejores personas. Porque una buena película nos hace felices, y cuando tú eres feliz quieres hacer felices a los demás". De ahí también nace la responsabilidad del crítico de no tomarse a la ligera aquello que piensa y escribe. Porque poco a poco se puede cambiar mucho. Y un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Aunque lo vuelvo a recordar, la función de una crítica no es solo informar sobre qué películas se tienen que ver y cuáles no.

En sexto lugar, hay otra cuestión que es fundamental a la hora de enfrentarse a una obra de arte: la disposición del espectador. Cualquiera que tenga un mínimo de sensibilidad se dará cuenta de que no es lo mismo ver un partido de fútbol que ver una (buena) película. El entretenimiento no requiere esfuerzo, es simplemente evasión, mientras que una obra de arte es impacto, es diálogo, es contraposición, es sentimiento, es concentración, es combate, es debate, es una sacudida, es emoción, es una herida… Pero para que se dé todo esto, el espectador tiene que ir con la disposición correcta, y a esto pueden ayudar mucho los críticos. La crítica puede ofrecer claves para conectar con la película, evitar prejuicios que puedan afectar al visionado, resaltar de antemano aquellos aspectos fundamentales a los que el espectador tiene que estar especialmente atento para poder entrar en sintonía con la obra. El crítico, que en principio debería ser una persona que ya ha trabajado su propia disposición, tiene que ayudar al espectador para que este pueda tener también un verdadero diálogo con la obra de arte. Y esto implica educar el pensamiento, la mirada, la sensibilidad, la actitud reflexiva…

Ya por último, para terminar con un séptimo aspecto sobre las críticas del séptimo arte, voy a intentar dar algunas claves que pueden ayudar a estructurar las críticas. Hay tantos estilos de críticas como personas que escriben. Pero hay algunos puntos que suelen ser bastante frecuentes y pueden orientar al que esté iniciándose en el arte de la crítica cinematográfica. Suele ir bien empezar con una pequeña introducción. Ésta se puede atacar desde diferentes lados, y es papel del crítico discernir cuál puede resultar más interesante para el lector y ayudar mejor a entender lo que vendrá después. Se puede empezar comentando, por ejemplo, la filmografía anterior del director, el contexto cinematográfico en el que ha sido estrenada la obra (algún festival o movimiento concreto, algún género o corriente artística particular…), compararla con películas similares que puedan ayudar a lector a situarse, resaltar algún aspecto del proceso de producción… Si se tienen conocimientos acerca del director, suele ir bien analizar rápidamente en qué punto de su carrera como artista está y algunas claves para entender su estilo. Después suele ir bien hacer una breve sinopsis de la película, o por lo menos explicar algún punto de su planteamiento que pueda servir de gancho para que el lector la vea (o no). Aquí, por supuesto, contra menos se explique mejor, ya que conocer detalles de la trama suele disminuir el factor sorpresa. A partir de aquí ya tiene que decidir el crítico hacia dónde encauzar su crítica. No se puede pretender hacer un análisis exhaustivo de todos los elementos cinematográficos, sino que hay que ir directamente a aquellos elementos más resaltables (tanto positivos como negativos). Yo suelo empezar con aspectos relativos a la forma, es decir, el lenguaje cinematográfico y la puesta en escena: estética de la fotografía, planos, iluminación, colores, enfoques, movimientos de cámara, disposición de los elementos dentro del encuadre… También suelo poner ejemplos y analizar alguna escena o escenas concretas que me han llamado la atención, como ejercicio didáctico para que el lector entienda los conceptos que se han ido comentando (un ejemplo vale más que mil palabras). Esto además puede servir para formar al lector en algunos aspectos más técnicos o teóricos. Si son destacables, también suelo hacer alguna mención a las actuaciones, banda sonora, uso del sonido, efectos especiales, maquillaje, decorados y producción… Y luego ya paso al contenido, es decir, el guion, la trama, los arcos de los personajes… En este punto, muchas veces llega un momento en el que no se puede continuar sin desvelar aspectos importantes de la narrativa. Es aquí cuando el crítico tiene que decidir si continuar con spoilers (avisando siempre al lector, por supuesto) o es mejor saltar a otro punto o cerrar la crítica omitiendo esta información. Y una vez comentadas la forma y el contenido, a mí me gusta conectar ambos puntos y usarlos para dar alguna clave de interpretación del mensaje. Este es quizás el punto que da más pie a la reflexión. Hay que ser conscientes de que hay una parte del contacto con una obra de arte que es totalmente personal, y ni siquiera el crítico o el analista tiene que intentar explicar. Este es el misterio más profundo de la experiencia estética, el verdadero dardo de la belleza. Por eso se pueden intentar buscar e interpretar temas y mensajes en una película, pero siendo conscientes de que nunca podremos explicar ni entender una obra en su totalidad. Por último, suele ir bien cerrar las críticas con un párrafo conclusivo que recoja las ideas fundamentales, para que el lector pueda llegar a tierra firme y no se pierda en los mares del lenguaje y las ideas. También es de agradecer utilizar alguno de los párrafos finales para advertir al lector acerca del público recomendado para ver esa película, o si contiene alguna imagen o contenido que pueda herir su sensibilidad.

Bueno, perdón por extenderme tanto. Espero que este artículo de opinión haya servido para haceros pensar acerca del contenido de las críticas cinematográficas y el papel del crítico de cine, o por lo menos para comprender mi visión acerca de ellas y por ende lo que pretendo con las críticas que escribo. Darle vueltas a estas ideas, especialmente si os gusta escribir sobre cine, y si no, nunca es mal momento para empezar con textos cortos y reflexiones a raíz de las películas que vamos viendo. Porque escribir materializa nuestros pensamientos.


Daniel
06/10/2024