Crítica Romería: el cine para dar luz a las heridas
Si buscamos en la Real Academia Española la definición de “Romería”, podemos leer lo siguiente: viaje o peregrinación, especialmente la que se hace por devoción a un santuario. Y esto es precisamente lo que encontramos en la tercera película de Carla Simón: un viaje realizado por Marina para descubrir los lugares donde vivieron sus padres, una verdadera peregrinación en cuerpo y alma, con la verdadera devoción del corazón de alguien que se acerca con curiosidad y ternura a un pasado desconocido y misterioso. Pero también una peregrinación metacinematográfica, ya que con esta película Carla Simón cierra su trilogía familiar, tres maravillosas películas construidas sobre sus recuerdos y los de sus familiares.
Empecemos hablando de Carla Simón. Ya he mencionado varias veces que a mí me parece la mejor directora del cine español contemporáneo y con diferencia (la única que se le acerca es Pilar Palomero). Sus dos películas anteriores, Estiu 1993 y Alcarràs, me parecen dos obras maravillosas y muy luminosas. Son el ejemplo perfecto de ese nuevo cine español, rural, naturalista y realista, que ya lleva casi una década de gestación y que se ha convertido en el sello insignia de nuestro cine de autor. El cine de Carla Simón, aparte de estas tres características también entra dentro de la etiqueta de cine sensorial, es decir, ese tipo de cine que toma la distancia perfecta sobre cada una de sus imágenes, buscando la belleza en la cotidianidad de las acciones sin la necesidad de grandes momentos melodramáticos, contrastes ni subrayados, que se centra en la tonalidad de las imágenes, en resaltar sus texturas, armonizarlas con una paleta de color delicada… En definitiva, apostarlo todo por la sensorialidad de las imágenes, para proporcionar al espectador una experiencia de la realidad mucho más cercana y poética de la que tiene en su día a día. Vamos, casi nada, el sueño de Bazin hecho realidad.
Bueno, después de esta larga introducción, toca ya entrar en materia. ¿Qué me ha parecido Romería? Pues la verdad es que me es difícil posicionarme de forma contundente. Es ciertamente una película que va a generar división, especialmente por el gran salto cualitativo que da en su último tramo. Sin entrar en spoilers por ahora, en el último tercio de Romería, Carla Simón toma la decisión más valiente que ha realizado hasta ahora en su cine, rompiendo con el camino que iba siguiendo anteriormente la película y realizando una maravillosa relectura, muy poética, de lo que habíamos visto hasta el momento. Y al tomarse esa gran libertad que supone saltar al vacío, ciertamente consigue tanto los mejores como los peores momentos de su filmografía. Es por eso que a mucha gente le funcionará perfectamente y a muchos otros les descolocará por completo. En mi caso, abrazo completamente este salto, aunque no todo lo que muestra (ya que tiene algunos deslices morales). Pero la película en su conjunto, sin ser redonda, está prácticamente a la altura de sus dos largometrajes anteriores.
Para que se entienda un poco mejor el párrafo anterior, y para los que no hayáis visto la película, el salto que da Romería en su recta final, y salvando mucho las distancias, es parecido a lo que hace Alex Garland en Men cuando introduce el cine fantástico en su último tercio. A partir de ese momento y liberado ya del realismo, tiene libertad creativa para poder hacer lo que quiera y que el simbolismo, la poesía, pase por delante de la verosimilitud. Y esta libertad puede generar tanto lo mejor como lo peor si no se acaba de depurar.
Bueno, ya volveremos a esto más adelante. Por resaltar otros aspectos de la película, la actuación de Marina (Llúcia Garcia) me parece increíble (gran parte del mérito se debe a la dirección de actores de Carla Simón, que sabe sacar lo mejor de cada uno, incluso de actores no profesionales). La forma que tiene de contener las emociones, como parece que va a arrancar a llorar pero se aguanta… También sus miradas de curiosidad, de expectación, incomodidad, de dolor… Aunque es cierto que la interpretación en el último tramo le falla un pelín, en el resto está excelente.
También destacan las grabaciones con la voz en off de Marina leyendo el diario de su madre, mientras graba con su videocámara los lugares donde intuye que están ambientados los escritos. Estos momentos le dan un tono especial a la cinta, de recuerdo nostálgico, de forma similar a lo que sucedía en esa obra maestra llamada Aftersun. La banda sonora de violines también me ha parecido muy efectiva, tanto para generar misterio como para resaltar aquellas emociones que Marina esconde. De hecho, me ha dado la sensación de que suena cada vez que Marina se siente emocionalmente cerca de sus padres.
Otro aspecto espectacular es la gran capacidad que tiene Carla Simón para acercarte a las realidades cotidianas desde la empatía y el realismo, para hacer que la cámara no parezca un intruso entre los personajes, sino una persona más que convive con ellos. La belleza y ternura con la que filma a Marina es increíble, especialmente con el mar de fondo. Romería realmente tiene algunos planos de diez. Los diálogos con el único tío sincero, también son muy buenos. Como curiosidad, para que os fijéis, Carla Simón solo usa diálogos en plano-contraplano en momentos clave de la película, en diálogos más íntimos, y con él los usa.
En cuanto a la intención de la película, me parece que deja un mensaje importante sobre sacar a la luz las heridas y no esconderlas. Su familia se avergonzaba de lo que había hecho el padre de Marina, y habían escondido todo eso en vez de acoger su situación con amor. Marina es capaz de sacarlo todo a la luz y abrazar la historia de sus padres como parte de su historia, responder con amor a lo que otros veían con vergüenza o rechazo. Y si pensamos que todo esto es un ejercicio también de sanación metacinematográfica, todo cobra una fuerza muy superior. También es valiente la decisión de dar visibilidad a estas realidades que, durante mucho tiempo, en según qué sitios y familias, estaban muy estigmatizadas. La heroína, el SIDA… todo esto fue muy duro para quienes lo vivieron, y en muchos casos cayeron en ellas por la inconsciencia o curiosidad, y cuando se dieron cuenta, ya era demasiado tarde para salir (“cuando el caballo entra en tu vida, arrasa con todo”). Tenemos que aprender a abrazar a todo el mundo, independientemente de sus malas decisiones del pasado. Todas las personas necesitan sentirse queridas y acompañadas, da igual los muchos errores que hayan cometido en su vida, aunque esto pueda “manchar” la imagen de familia perfecta. Porque otra pregunta que aborda la película es qué es verdaderamente la familia, qué es lo que nos une. Y sinceramente creo que la respuesta es que son aquellas personas que amamos de forma incondicional. Amor incondicional como el que tiene la madre por Marina, que, a pesar de la adicción a la heroína, consigue dejar completamente la droga para poder seguir con el embarazo, a pesar también de la condición en la que se encontraba el padre y de tener que abandonarlo. Esta es realmente una madre que hace lo imposible por amor a su hija.
Bueno, y ya finalmente volvamos a hablar de ese tramo final de la película, y ahora sí, con spoilers. Este trozo empieza más o menos con la aparición del gato, que le conduce hasta esa barca de Caronte que le lleva a la isla donde el mundo de los vivos y los muertos se encuentran. El hecho de abrazar el fantástico en todas estas escenas es una decisión tremenda y nunca antes vista en su cine. Hacer una relectura de todo lo anterior, que Marina pueda imaginarlo para revivir en su propia piel la historia de sus padres, rellenar con su diario e imaginación todos esos vacíos que nadie le responde… es una idea brillantísima. Porque aunque la película puede dejar esa ambigüedad de si Marina está viviendo algunos de esos momentos con su primo, personalmente creo que realmente todo es imaginación suya, o un sueño. Esto lo corrobora, por ejemplo, el hecho de que haya trozos de los que ha grabado con su videocámara que se cuelan de forma casi calcada en esos planos, también objetos que han ido saliendo a lo largo de la película… Y la imaginación le da esa libertad que necesita la película para llegar a un cierre satisfactorio, tanto a nivel argumental como emocional. Aunque también para cometer algunos disparates, porque es en este tramo donde también tengo mis objeciones morales, a pesar de que como decisión poética me parece excelente. Solamente le objetaré a Romería que se podría haber tratado con más pudor a los personajes del padre y la madre (representados por Marina y su primo). Si quieres mostrarlos corriendo y nadando desnudos por la playa, te las ingenias para hacerlo con un poco más de respeto, ¡que para algo aquí tienes libertad poética! También se podría haber mostrado con más delicadeza el momento en el que se pinchan la heroína. La situación en sí no veo mal mostrarla (de hecho, con un buen enfoque se debería poder tratar cualquier tema en el cine), lo que no me gusta es la falta de consideración moral en el punto de vista. No hace falta mostrarle todo al espectador para que lo entienda.
Otra decisión muy acertada del final de este tramo es el mostrar el contrapunto de las consecuencias de la droga. Aunque Marina ve la historia de sus padres como una historia de amor, no cae tampoco en la idealización. Tampoco sabemos a ciencia cierta si todo lo que hay en el diario es cierto o está influenciado por las drogas. Y hay una escena que es excelente, el momento en el que bailan Bailaré sobre tu tumba (de Siniestro total, grupo de Vigo, por cierto), que a la vez sirve como metáfora, mostrando esa actitud que tenía el mundo de la droga, de avanzar hacia la muerte con una sonrisa, y bailando sobre los que iban cayendo y ya han caído (cubiertos con sábanas blancas). Es como si la película se pausara y naciera un cortometraje en su interior. Y ya no solo está hablando de los padres de Marina, sino de todo un grupo, incluso una generación. De cómo los muertos se convierten en fantasmas, personas tapadas y escondidas por sus familias, pero que mientras permanezcan en el recuerdo de alguien no morirán (“solamente estábamos escondidos”), como la historia que le cuentan las primas a Marina. También las escenas en a la terraza del edificio, o Marina mirando el mar con su madre… Ciertamente es en esta última media hora donde Carla Simón consigue sus mejores momentos. Y bueno, con esto cierro la crítica de Romería, otra excelente película de Carla Simón. Esperemos que el cine español nos siga trayendo muchas más alegrías.
Daniel
17/09/2025
