Crítica Men: la encarnación del tormento interior
¿Nunca has intentado vaciar tu mente y gritar adentro, para ver si había eco? ¿Qué sucede cuando huimos a un lugar tranquilo, a una rústica casa en un paraíso natural, para olvidar el pasado que nos atormenta? Harper (Jessie Buckley), tras presenciar la muerte de su marido por suicidio o accidente, intenta superar el trágico suceso retirándose unos días a un boscoso pueblo alquilando una hermosa casa apartada en Coston. Con esta premisa arranca Men, el tercer largometraje dirigido por Alex Garland.
Men es de estas películas que su visionado es toda una experiencia. Empezando por la propuesta visual y la dirección de arte, se nota que cada fotograma de la película tiene valor estético, que no solo resulta agradable, sino también atractivo para la vista y catalizador para las sensaciones que nos transmite esta obra de arte. Los colores, los cambios de enfoque, la combinación de planos descriptivos (más abiertos) con planos más emotivos (cerrados y detallistas)… Todo contribuye a que nuestra mente conecte con las imágenes que está viendo. También hay que destacar la importancia de los colores de la ropa de Harper, que contribuyen positivamente a integrar su personaje con el entorno (el jersey marrón que combina con las tonalidades de la casa, la chaqueta verde que va a juego con la naturaleza durante el paseo por el bosque…) y también las rimas visuales, por ejemplo entre la camisa azul manchada de sangre del marido, y la camisa azulada que lleva la protagonista que contrasta con el rojo de las paredes.
Por otro lado, la banda sonora también contribuye a esta experiencia estética, con sonidos, ecos, cantos corales y murmullos, que acompañan al clima que nos presenta la película. También resulta interesante el efecto que consigue el utilizar la misma canción en la primera y última escena de la película. El ritmo de la composición, aunque es bastante pausado, no se hace lento, ya que nos conduce tranquilamente por el camino de la inquietud, adentrándonos en un terror cada vez más cargado que desemboca en una última media hora visceral y desbordante. Porque Men es una película que evoluciona, pasando por diferentes subgéneros de terror.
Aunque desde el momento en que vemos el cadáver del marido de Harper sabemos que la película no se va a cortar ni un pelo en lo que al gore se refiere, la primera media hora juega con un terror mucho más lento y atmosférico. La primera escena donde se hace realmente palpable es cuando empieza a jugar con los ecos en el túnel (que simboliza el interior de su mente, que quiere vaciar) y entonces surge ese hombre de las profundidades que le empieza a seguir. Esto ya nos lo venía anticipando con los planos anteriores, donde se percibía cierta inestabilidad en la cámara, a veces desde un punto de vista desde detrás de la protagonista, mostrando como si alguien la estuviera observando y siguiendo. Estas escenas nos van preparando, y la tensión empieza a subir cuando vemos que el personaje la empieza a seguir, pero sin correr, como sucedía en It follows de David Robert Mitchell, donde sabes que tarde o temprano te va a atrapar, no porque la velocidad sino porque siempre te persigue. Con esto sabe jugar muy bien Alex Garland, mostrándote los elementos progresivamente, en situaciones de aparente calma. Por ejemplo, cuando Harper está hablando por teléfono y lo vemos llegar por la ventana, y más adelante vemos que la puerta está abierta y que la protagonista todavía no se ha dado cuenta de que está en su jardín.
En el segundo tercio de la película, se centra más en los diálogos con algunos de los habitantes del pueblo, y también se acaban de reconstruir los momentos que faltaban del flashback con el que abre la película (que por cierto, me parece una decisión de guion muy acertada el ir mostrando pequeños trozos de esta escena a lo largo de la película y no todo de golpe). En esta parte, aunque no hay una amenaza tan inmediata, la tensión sigue aumentando gracias a la música y la inquietud que generan las conversaciones que no dejan de atormentar a Harper, y también se introducen varios elementos del folk-horror. El último tercio de la película arranca con un home invasion, que se empieza a volver cada vez más loco y surrealista hasta que desemboca en una de las escenas de body horror más impactantes que he visto en mi vida. Ahora bien, este tercer acto tiene un peligro: o entras de lleno, o te quedas fuera. Porque cuando el terror se fusiona con el fantástico asciende a unas posibilidades que alejándose de toda racionalidad consiguen una fuerza expresiva mucho mayor que buscar un mero realismo. Pero para esto hay que tener la mente abierta. Como sucedía con Madre! de Aronofsky, que para poder disfrutarla hay que dejarse llevar por la película y acoger el valor alegórico de los hechos por encima de cualquier explicación lógica.
Antes de pasar a analizar con spoilers el significado de la película, hay que destacar que las actuaciones Rory Kinnear y Jessie Buckley están de diez (creo que hemos llegado a un punto en el que es indiscutible que Jessie Buckley es una de las 5 mejores actrices de la actualidad). También valoro positivamente el hecho de que la película transmita más con imágenes y metáforas que con los diálogos, para evitar caer en la sobreexplicación. Por último, creo que el terror está muy bien conseguido, sin la necesidad de jumpscares, y que hace muy buen uso de las luces y los sonidos.
Ahora sí, ¿de qué nos habla Men? Pues a pesar de que hay opiniones diversas y Alex Garland ha hecho otras declaraciones, a mí me parece que el tema principal es la superación del tormento causado por el trauma y la culpa. Porque esto es lo que le persigue y angustia a Harper, y se traslada y esparce (como los dientes de león) a los personajes y sucesos que hay a su alrededor. El hombre este que la atormenta no es otro que la encarnación de sus tormentos interiores que se van pariendo con diferentes formas conteniendo siempre la idea del suceso que los ocasionó, hasta desembocar en la persona a la que ella había amado y con la que tenía que cortar con el hacha para deshacerse totalmente del pasado. Porque a la culpa y al miedo hay que mirarles a la cara y hacerles frente, no basta con huir, no basta con esconderse, no basta con intentar evadirse. Harper realmente no tiene ninguna culpa de la muerte de su marido, pero eso no evita que se pueda sentir culpable. Porque los sucesos que vivió ese día son más que suficientes como para desestabilizar a cualquier persona: el querer acabar con una relación tóxica y posesiva, el chantaje emocional con amenazas de suicidio, la violencia física y psicológica que le ejerce el marido, el echar de casa a empujones a la persona a la que has amado durante un tiempo (aunque se haya apagado esa llama), y por último el presenciar cara a cara su muerte, sin la certeza de si se ha suicidado para cumplir su amenaza o se ha caído cuando intentaba descender desde el piso de arriba (yo me inclino más por esta segunda opción, básicamente por la expresión de su rostro al caer y la postura). Porque lo que está claro es que este suceso traumatizó gravemente a Harper, y esta es la causa de que le acose interior y exteriormente.
El hecho de que todos los hombres (excepto el marido) tengan la misma cara (la del casero), se puede explicar con el hecho de que una mala experiencia con una persona concreta (en el caso de la película con un hombre, aunque esto se podría generalizar) genera un trauma puede afectar a la forma en que veamos e interactuemos con personas que tengan algo en común (en este caso con los demás hombres). También los diferentes personajes que aparecen se pueden interpretar como parte de la mente de Harper. Por ejemplo, el policía es la parte de ella que intenta poner orden, pero no consigue mantener el control y acaba soltando a aquello que le atormenta, el niño le acusa de querer esconderse, el sacerdote simboliza la culpa que le remuerde y acusa. El árbol y la manzana que ella come al principio también siguen en la misma línea simbolizando el pecado original. La amiga a la que llama representa el intento de abrirte y contarle a alguien tus problemas, pero notas que la otra persona es distante (mala cobertura), no los acaba de comprender o tú no consigues expresarlos bien, y no llega a tiempo, porque hay problemas que llevas dentro y tienes que resolver tú mismo.
Si bien Alex Garland ha comentado en alguna entrevista que su intención era mostrar que el machismo está presente en todos los hombres y es algo heredado, que se transmite de unos a otros (de ahí la escena del parto en cadena), lo cual es algo totalmente irracional, me parece que su película consigue transmitir ideas mucho más profundas y con fundamento. Como ya he comentado alguna vez, cuando una película es una verdadera obra de arte, la película está por encima del artista. Y esto significa que por muchas intenciones que tuviera el director, como se trata de un artista, consigue plasmar algo que va mucho más allá y por eso a cada persona le puede llegar de una forma diferente y con unos matices concretos. Así pues, dejando de lado estas declaraciones de carácter más ideológico que a veces se hacen en ruedas de prensa (esto también va para ti, Julia Ducournau), que creo que muchas veces se hacen como campaña de marketing o para que se hable de la película, las declaraciones dentro de la película nos hablan de forma estética de las relaciones entre personas y las secuelas emocionales que genera una tragedia, del tormento y la culpa que te persigue, del intentar seguir adelante pero sin ser capaz de apartar la mirada del pasado, y por último, del terrible esfuerzo por deshacerse de aquello que causa dolor. Pero bueno, esta es mi interpretación y mi experiencia de visionado, y no significa que sea más o menos válida que otras visiones, simplemente es lo que a mí me ha transmitido la película.
Por último, me gustaría reflexionar brevemente sobre el tramo final de la película, que ha sido altamente criticado y ha molestado a la mayor parte del público más sensible. ¿Es excesivo y demasiado gráfico? Para empezar tengo que decir que nadie está obligado a ver escenas que sobrepasen sus límites. Para eso hay páginas como IMDB que contienen una guía para los padres donde explican con detalle aquel contenido presente en la película que puede afectar a la sensibilidad o la moral del espectador. También desde el momento en que vemos la imagen del marido muerto nos damos cuenta de que la película quiere mostrar gore explícito. Y teniendo en cuenta el tema de la película y la línea argumental que sigue, me parece que no está fuera de lugar ese tramo final, primero, porque no lo aborda desde el realismo, sino desde el fantástico, debido a la naturaleza de la encarnación de esa culpa, y segundo, porque se presenta de una manera estéticamente impactante y alegórica. Si bien creo que siempre se puede ser más respetuoso con el público y hay otras formas de generar ese impacto, la forma empleada por Alex Garland es tremendamente efectiva, a pesar de que pueda ser molesta. Porque es una escena que difícilmente se puede olvidar, no solo por lo que ves, sino también por lo que sientes, y por las ideas que te transmite y la forma que tiene de hacerte comprender la película.
Resumiendo, Men es una de esas grandes películas que retratan la parte más dolorosa del ser humano, ese arte de lo no bello que nos ayudan a comprender los tormentos que padecen algunas personas y la forma de afrontarlos, narrados con una aproximación desde diferentes subgéneros de terror con imágenes visualmente atractivas e impactantes.
Daniel
18/06/2023