Crítica Los asesinos de la luna: un retrato
neoclásico sobre la avaricia y el poder
¡Qué alegría me llevé cuando me llegó la invitación para asistir al preestreno de la nueva película de Martin Scorsese, Los Asesinos de la Luna (o Killers of the Flower Moon, título que me parece más acertado que la traducción que han hecho al castellano)! Porque a pesar de sus ochenta años de edad, Scorsese sigue haciendo películas con la pasión del estudiante de cine y la maestría y experiencia de 50 años de carrera, produciendo grandes obras en cada una de las cinco últimas décadas. Porque sin lugar a dudas, la evolución del cine de Scorsese es un fenómeno tremendamente interesante. Empezó fuerte y en pocos años ya estaba en primera línea tras estrenar Taxi Driver. A partir de aquí empezó a encadenar una racha de grandes películas (al menos las que he visto), con un estilo tremendamente moderno y personal, de entre las cuales destacaría positivamente Uno de los nuestros. Pero aunque para muchos esta última es su gran obra maestra, creo que la sensibilidad artística de Scorsese no llega a su punto culmen hasta que, después del desenfreno y exceso de El lobo de Wall Street, se parara a reflexionar y recapacitar con la que para mí es su mejor película hasta la fecha: Silencio. Porque con Silencio hay un cambio radical en su estilo. El director frenético y novedoso retoma un estilo más clásico y contemplativo, para dar lugar a un cine compuesto por planos tremendamente bellos y diálogos para hacernos pensar y meditar. Con El irlandés pone el broche de cierre al cine de gánsteres como nunca lo volverá a haber. Y con Los asesinos de la luna, hace un precioso homenaje al pueblo osage, tribu que sufrió las consecuencias de la avaricia y envidia que genera el oro negro.
Los asesinos de la luna es una película que gustará a aquellas personas que disfrutaron con El irlandés. Porque el ritmo de la película es muy similar. Es una película estructurada por diálogos, que son los que mantienen e impulsan la trama, con fugas puntuales de acción (generalmente violentas). Pero este tipo de diálogo es muy diferente al que aparece en Oppenheimer, por ejemplo. Si el estilo de Nolan consiste en introducir una densidad de información en cada frase muy superior a la que el espectador superdotado le da tiempo de procesar, Scorsese regresa al cine más clásico, donde la mayoría de cosas se hablaban de forma pausada en vez de mostrarse. Pero no son diálogos desnudos, ya que vienen vestidos con trajes de wésterns y banderas policiacas, y tampoco son diálogos superfluos, puesto que todos contribuyen a que el espectador se haga una idea muy exacta y muy completa de unos hechos reales cocinados a la Scorsesiana.
Scorsese sigue demostrando sus grandes conocimientos del lenguaje cinematográfico, porque sí, con esta película se podría dar una clase de fotografía o incluso de semiótica de la imagen. Me gustaría destacar tres tipos de planos que son muy significativos en esta película. El primero es el plano cenital, que normalmente representa la mirada divina, que aquí se utiliza en un sentido espiritual para mostrar a los muertos, principalmente. El segundo es el plano secuencia, que se utiliza de forma maravillosa en varias de sus películas, y que aquí funciona casi como un personaje más que va mirando de forma descriptiva de un lado a otro, orquestado perfectamente con el resto de actores y que se entremezcla entre la gente y el paisaje. Por último, Scorsese utiliza los diferentes tipos de planos angulados no solo como elemento estético sino también narrativo. Los planos aberrantes suelen ser augurio de que algo no va bien, y los planos picados y contrapicados en diálogos (en plano-contraplano) establecen claramente la relación de poderes entre personajes, o al menos quién tiene el control de la situación en ese momento determinado.
También es muy interesante el uso que hace de la violencia. Ya sabemos que ésta es una constante en la personalidad de muchos de los personajes que aparecen a lo largo de toda su filmografía. Porque algunas vivencias que tuvo durante su infancia marcaron profundamente a Scorsese, hasta el punto de casi creer que es algo inherente en el pueblo americano. Y aunque esta idea también está presente en Los asesinos de la luna, aquí la violencia juega además otro papel. Es un relámpago en medio de la noche, que saca a relucir la maldad que está oculta por la oscuridad, de forma súbita e impactante, dejándote una marca que retumba luego con el trueno de los llantos del pueblo osage al descubrir el surco que ha dejado en su tierra. Porque durante toda la película, como espectadores, nos cuesta posicionarnos de forma evidente. Sabemos quiénes son los malos, pero nos entran las dudas emocionales. Y si a eso le sumas las magníficas interpretaciones de De Niro y Di Caprio (probablemente el mejor actor de la generación pasada y el mejor de la generación presente), te cuesta distanciarte de sus personajes. Entonces es cuando viene Scorsese y mediante una escena violenta e inesperada te recuerda la masacre que están cometiendo. Para que aunque llegues a empatizar con sus personajes, no te olvides de las barbaridades que hacen. Y a mí personalmente, eso me ha provocado no llegar a empatizar del todo con el personaje de Di Caprio, por ejemplo. Y ojo, aunque esto normalmente sería algo negativo, aquí lo digo como positivo, porque está hecho de forma intencionada y coherente con el argumento. Si bien, como en la gran mayoría de películas de Scorsese, se podría haber bajado un par de escalones en violencia, eso no quita que sea altamente efectiva.
Las actuaciones ya he mencionado que están de maravilla, incluso las de los actores secundarios. Sorprende como actriz revelación Lily Gladstone (que interpreta a Mollie Burkhart), aunque sinceramente, no hay ningún actor que lo haga mal en esta película. No solo se consigue que sean interpretaciones expresivas, que revisten y complementan los diálogos de sentimiento y realismo, especialmente con la fuerza que transmiten los rostros, sino que además hay situaciones que no son nada fácil a nivel interpretativo. Se me ocurren, por ejemplo, algunas escenas en las que Di Caprio tiene que conjugar varios sentimientos a la vez (por ejemplo, spoilers en este paréntesis, cuando tiene que dar la noticia de la muerte de alguien a su mujer, o en el diálogo que tiene con ella después del juicio). Estas situaciones son fáciles de explicar, pero muy difíciles de representar de forma veraz. ¿Cómo haríais para que un personaje muestre a la vez tristeza por el dolor de su esposa, rabia por su poca fuerza de voluntad y alivio (o satisfacción) por haber cumplido un encargo difícil? Se dice pronto, pero es realmente complejo que el espectador pueda ver en el rostro de un actor varios sentimientos contrapuestos. Y eso se consigue con las miradas (o ausencia de estas), con las pausas al hablar, con el temblor de la voz, con algún tic que se te escapa, con medias sonrisas inquietas, con cambios de ritmo de respiración…
Los decorados y la ambientación, como es habitual en Scorsese, están muy trabajados. Basta con pocos minutos para que estés completamente sumergido en los años 20, tanto si tienes conocimientos previos de la época como si aterrizas por primera vez en un western. Si a esto le sumas un excelente trabajo de fotografía, que no cuida solo los encuadres, sino las tonalidades y ambientaciones, la experiencia fílmica alcanza un nivel de adhesión tanto contextual como emocional muy elevado. Pero lo que también es impresionante es la banda sonora. Ese persistente y pulsante leitmotiv compuesto por siete notas iguales seguidas y una variación rápida en la octava, que nos mantiene alerta y funciona como los latidos de un corazón que siempre están presentes y solo se escuchan cuando contienes el aire ante la emoción absoluta del silencio. Sin duda es una banda sonora que seguirás oyendo en tu cabeza horas más tarde de terminar la película.
Por destacar dos escenas, me ha gustado especialmente (a nivel visual) la del incendio, con el juego de tonos que hacen las llamas a través de las ventanas mojadas, como lágrimas que emborronan la imagen. También está muy bien conseguida (parte de ésta aparece en el tráiler) la escena en la que Di Caprio y Gladstone van caminando hacia el tren y las miradas de todos los hombres blancos que se les cruzan les van apuñalando. Porque en esta película, las miradas lo dicen todo. Otro punto a favor a destacar de esta película es que no hay ni palabrotas ni escenas indecentes, así que un aplauso a Scorsese por ser capaz de salirse de la corriente de decadencia moral de la actualidad.
Ahora bien, ¿de qué trata realmente la película? Si toda obra de arte nos muestra la esencia de algo, ¿qué nos muestra Los asesinos de la luna? Pues me parece que la película está hablando de la esencia del mal, especialmente de la avaricia y el estar dispuesto a todo por dinero/poder. ¿Y cuál es esta esencia? Eso es algo que no se puede responder con palabras, sino que se experimenta cuando el espectador entra en diálogo con la propia obra de arte. Nosotros no podemos decir de donde proviene esta maldad, si es innato o no, pero sí la hemos notado durante todo el metraje. Y no solo eso, sino que también ayuda a tomar conciencia de los que es capaz el ser humano y en nuestro interior surge un deseo de remediar ese mal y que se quede solo en un relato de un locutor. Pero además, la película nos resulta mucho más cercana porque da más importancia al melodrama familiar que a los asesinatos en sí o las investigaciones de estos. Porque pocos asesinatos vemos en nuestro día a día, pero familia tenemos todos. Un recurso que también utiliza Scorsese es subvertir los roles, porque en el pueblo osaje, el poder lo tienen las mujeres, y son los hombres lo que tienen que casarse para subir en escala de poder.
Antes de terminar, me gustaría abrir un debate que me iba rondando la cabeza tras finalizar la película. ¿Era necesaria una duración de tres horas y media? Por supuesto que no es lo más recomendable entrar a ver una película así a las 20:00 y salir casi a las 24:00, cuando al día siguiente tienes que levantarte a las 6:00. Pero bueno, por Scorsese lo que haga falta. Aunque dejando de lado casuísticas particulares, sigo pensando que no es lo mejor hacer largometrajes tan extensos. A pesar de que eso tiene sus ventajas, empezando porque ya vacías la sala de aquel público consumista que solo quiere un entretenimiento rápido. También una película larga y pausada ayuda a educar la mirada, a trabajar la actitud contemplativa que tan necesaria es para captar la verdadera esencia de las cosas. Y si alguien entra al cine con mala disposición, esta película o le acaba la paciencia o le devuelve al modo correcto de admirar el arte. Pero todo esto no quita que la capacidad de síntesis también es un don. Sin embargo, tal y como está planteada la película, creo que no le sobran escenas. Todo, tanto el ritmo como lo que se muestra, es necesario para conseguir la emoción adecuada en el espectador. Igual que en otros casos como Avatar: el sentido del agua está clarísimo que partes puedes quitar sin afectar a la unidad de la película, aquí el realizar cortes mutilaría parte de su significado o de la experiencia. Por eso digo que se tendría que haber planteado de forma distinta desde el principio. Por ejemplo, quitando algún personaje secundario y todas las subtramas que éste desencadena. Se podría haber llevado a alguno más al excelente prólogo de muertes rápidas. Otra opción es reducir alguna capa de complejidad a algún personaje protagonista, aunque esto suele ser tremendamente complicado de hacer sin afectar al sentido de la obra. Quizás el tramo que sí que admitía una marcha más acelerada es el del juicio. Aunque, por otro lado, hay que mencionar que la historia en sí ya ha sido resumida (y de forma muy acertada), por ejemplo, quitándole importancia al nacimiento del FBI y la investigación criminal, cosas que sí que está muy presente en la novela.
Bueno, con esto acabo una crítica un poco larga para una película un poco larga, pero que tanto la crítica como la película son una maravilla y no tiene desperdicio. A ver si Scorsese vive muchos años más para seguir alegrando el corazón de los cinéfilos.
Daniel
21/10/2023