LA SOCIEDAD DE LA NIEVE

No solo de pan vive el hombre...


Crítica La Sociedad de la Nieve: no solo de pan vive el hombre...

Juan Antonio Bayona debutó en 2007 con su primera película, El orfanato, que a día de hoy sigue siendo una de mis películas de terror favoritas, precisamente por su habilidad de conjugar el terror con el drama. En 2012 dirigió Lo imposible, y cuatro años más tarde, en 2016, nos trajo otra de sus grandes películas: Un monstruo viene a verme. Esta última es particularmente interesante, porque hace uso de elementos fantásticos para suavizar la dureza y potenciar la expresividad de una situación altamente trágica por la que está pasando un niño. Si bien esta película no es perfecta (porque para mi gusto sobrecarga la trama de elementos dramáticos, algunos de los cuales no acaban de cerrar o no aportan valor a la narrativa), demuestra ya los grandes dotes de Bayona en la dirección. Después de esto se fue un tiempo de vacaciones con los dinosaurios y con los elfos, para volver a ponerse serio en 2023 y regalarnos la que para mí, hasta la fecha, es su mejor película: La sociedad de la nieve.

La sociedad de la nieve nos cuenta la historia que ya todos conocemos de los supervivientes del avión que se estrelló en los Andes. Sin embargo, nos la explica con unas formas totalmente nuevas, de manera que, aunque sepas los hechos, esta vez sentirás los hechos. Ya he comentado que Bayona sabe tanto de cine de terror como de dramas. Pero esto aquí alcanza otro nivel. En La sociedad de la nieve, el drama se vuelve terrorífico y el terror se vuelve dramático. Es una sensación difícil de explicar, porque no hay una línea que separe el uno del otro. Todos los sucesos tienen una dualidad terro-dramática que los envuelve. Sin dejar estar viendo una tragedia, a veces te sumerge en una escena auténtica de terror. Por ejemplo, la escena en la que se toma la decisión de tomar carne por primera vez es alucinante. Con una puesta en escena minuciosa, y un buen trabajo de iluminación y sonido, de repente, te da la sensación de que esas personas se han convertido en vampiros o algo similar. Es una escena de auténtico terror (no tanto porque busque dar miedo, sino por cómo está construida), y, sin embargo, prácticamente lo vemos todo a través de la ventana del avión y desde la mirada subjetiva de Numa.

La película también tiene la virtud de ser tremendamente física, pero a la vez sin ser demasiado explícita, porque sabe mostrar y transmitir la gravedad de los sucesos, pero a la vez con un gran respeto a los personajes y a la dignidad humana. También Bayona sabe hacernos sufrir con los personajes, pero sin caer en el exceso de sentimentalismo. Por ejemplo, los flashbacks que muestra, que apenas duran unos segundos, nos ayudan a situarnos, pero no tienen la intención de arrastrarnos de forma melancólica para que sintamos más pena por el personaje y lo que deja atrás. Aquí todo el drama está construido en base a lo que viven ahora, y no se usa el recurso fácil de presentar un pasado emotivo para que después te duela más su sufrimiento. Y a pesar de la tonalidad trágica de los sucesos, tampoco se tortura al espectador con exceso de dolor en los personajes. Sufren, sí, y esto se muestra también. Pero sin recrearse demasiado. Muchas muertes, horas de dolor… suceden de forma elíptica. De hecho, hay una fantástica elipsis entre planos calcados, al estilo Ari Aster, donde un personaje que está sufriendo, después del corte, está en la misma posición ya muerto.

También Bayona se toma su tiempo para presentar debates éticos, morales, filosóficos, religiosos, existencialistas,... Estos, aunque puede parecer que frenan un poco el ritmo de la película, la enriquecen, aportan profundidad, y ayudan a respirar y coger aire para sobrevivir al siguiente drama. También ayudan a empatizar todavía más con los personajes. Y nos muestran una dimensión del ser humano que es incluso más importante y dramática en estas situaciones que el dolor físico y el hambre.

A nivel de puesta en escena, hay decisiones que demuestran una sensibilidad estética superaguda. Para empezar, la narración está construida prácticamente a base de primeros y primerísimos primer planos, que cortan el rostro del personaje por el pelo y la barbilla. Estos tienen una fuerza increíble, especialmente cuando se ven en una pantalla de cine, y dotan de una expresividad especial a las miradas, los rostros, los labios, las lágrimas… Pero cuando menos te lo esperas, ¡pam!, plano amplísimo machacando a los diminutos personajes contra la nieve y mostrando la pequeñez del avión frente a la inmensidad y majestuosidad de las espléndidas montañas. A esto le llamo yo contraste hiperbólico, del detalle a lo enorme, sin término medio, sin adaptación progresiva. Así es la naturaleza: un día puedes estar riendo entre rimas o silbando como un pájaro, y al día siguiente una tormenta te deja sepultado una semana. Los planos cerrados alcanzan una brillantez especial en los montajes rápidos, en las escenas donde sucede alguna catástrofe. Son una forma de narrar que va a lo esencial, a los personajes, a los detalles. No necesita de grandes efectos especiales. Lo importante son las personas, lo que sienten, lo que piensan, lo que viven. También son interesantes las rimas entre planos y en las transiciones (objetos ondeando, sombras simétricas, el mismo tipo de luces, sonidos que se repiten…).

La ambientación del primer tramo de la película está muy bien. Nos sumerge completamente en los 70s. Y lo de recrear las fotos reales para mí es un recurso que siempre funciona bien, tanto a nivel visual como de realismo. El trabajo de maquillaje también está de 10, ya que consigue que notemos el paso del tiempo en las pieles de los personajes, en sus heridas, en sus ojos, en sus labios… Y otra cosa que me ha sorprendido gratamente es la excelente interpretación de Enzo Vogrincic (Numa), que ya podemos bautizar como el Adam Driver uruguayo. En general todo el elenco está muy bien, pero el personaje de Numa nos hace empatizar con él desde el primer momento, ya que al principio como él nos sentimos como externos al equipo de rugby donde todos se conocen, pero luego nos vamos congelando con sus sufrimientos y acabamos siendo más que una sociedad: una familia.

Ahora bien, antes de empezar a analizar algunas escenas con un poco más de detalle, hay que responder a la pregunta: ¿De qué nos habla La sociedad de la nieve? Nos habla de la fe. De la esperanza. Y de la caridad (o la amistad/amor, que no dejan de ser otras formas de referirnos a lo mismo). Estas tres virtudes son las que sostienen al grupo en todo momento, las que les permiten sobrevivir, las estrellas que brillan en la noche de su desierto. Cada uno de ellos individualmente no posee las tres, pero como familia, el punto fuerte de cada uno les ayuda a seguir adelante. La esperanza que tiene el que entrena caminando cada día, de que saldrán con vida. La fe que mantiene a Numa a pesar de sus altibajos. La fe que tienen aquellos miembros del grupo que, a pesar de haber perdido la esperanza, obedecen y confían aquellos que todavía la tienen. Es muy bonita la escena que sucede arriba del collado, donde al ver un paisaje de montañas nevadas, uno le dice al otro si ve Chile allá al fondo (esperanza), y el otro, sin mirar al horizonte y solamente mirándole a la cara, le dice que si lo ve (fe). Son los ojos de la fe los que permiten ver la belleza en medio de tantas dificultades y sufrimiento. Pero no nos olvidemos de la caridad: el ayudar y priorizar a los enfermos, el realizar el trabajo más duro, el querer ayudar a pesar de tener la pierna mal… "No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos" [Juan 15:13]. En esto consiste la caridad, en dar la vida por los demás. En particular, el maravilloso discurso del enfermo que está en la hamaca va en esta línea: él cree en el Dios de la caridad, en la gente volcada en hacer el bien a los demás.

A raíz de la esperanza, esta viene simbolizada varias veces por el Sol. Al principio parece más cálido, después más frío, pero está ahí. El Sol muchas veces es utilizado por directores de segunda para embellecer planos vacíos; sin embargo, aquí tiene un significado que complementa maravillosamente aquello que se está transmitiendo.

Bueno, pasando ya a analizar un par de escenas en detalle, y, por lo tanto, con spoilers, aunque la historia en sí es conocida por todos, y por eso, pocos spoilers pueden haber en la trama, aunque sí que se va a spoilear aquí detalles concretos de cómo está construida la escena. Aparte de la ya comentada escena de la primera vez que comen carne, hay otras dos escenas que me parecen absolutamente maravillosas: la del accidente y la de la radio. Es una gran virtud que tiene Bayona el construir de forma audiovisualmente impactante aquellas escenas que también suponen puntos de giro importantes para la trama. Empezando por la del accidente, el lenguaje cinematográfico cambia por completo. La imagen y los movimientos de cámara que durante el resto de escenas habían sido armoniosos y ligeros, generalmente con acercamientos progresivos hacia el rostro de los personajes, cuando empiezan las turbulencias, empiezan a tambalearse, a distorsionarse, a coger angulaciones aberrantes. Las luces apuñalan y las sombras ahogan, las miradas gritan y los golpes hielan... Todo se sumerge en una angustia y agobio que te arrastra por la escena y te hace sentirla en tu propia piel. En esos momentos, la cámara es un ser subjetivo que vive junto a los personajes. La música empieza a temblar y se sumerge en un crescendo tanto en volumen como en frecuencia (cada vez más aguda), hasta el fantástico punto climático donde aparece el Sol por la ventana, se apaga el sonido, y tras un primerísimo primer plano de los ojos de Numa entrecerrándose, se hace un fundido a blanco y entonces el avión choca. Y a partir de aquí todo se desmorona en un montaje hiperrápido con una cadencia de planos triplicada al compás de los sonidos de huesos partiéndose, sillas quebrándose, el fuselaje desprendiéndose, caras chocando, primeros planos de los rostros aterrados… Hasta que todo acaba con un fundido a negro elíptico. Te deja completamente si aliento. Algunos de estos recursos también se utilizan, por ejemplo, en la escena en que la tormenta de nieve los entierra.

Y la segunda escena, cuando escuchan por la radio que han terminado la búsqueda de supervivientes, es escalofriante. Aquí Bayona utiliza un efecto arriesgado, pero que a mí me ha funcionado de maravilla: coge una lente abombada (doblada), que estira la imagen, agrandando los rostros que aparecen en el centro y alejando el fondo (los paisajes nevados) que se ven en los laterales. Esto, sumado a expresiones de dolor desgarradoras, gritos medio apagados, movimientos de cámara tambaleados y una paleta de colores e iluminación más fría de lo habitual, hacen de esta escena un verdadero infierno. Pero cuando el caos ya está desatado, Bayona le pone el broche final: un contrapunto sonoro, un alegre anuncio sonando de forma diegética por la radio que resalta el contraste entre el mundo exterior y el manicomio de las nieves. Y como estas se podrían analizar otras escenas que también están muy bien conseguidas, como la muerte de Numa (excelente decisión la de matar al narrador, pero que su voz siga con ellos), la del papel que escribe Numa, cuando llegan arriba de la ladera de camino a Chile, el rescate con el helicóptero o el reencuentro con los familiares, o la ya mencionada tormenta de nieve.

Bueno, creo que ha quedado bastante claro lo mucho que me ha gustado La sociedad de la nieve. De hecho, no tenía pensado escribir una crítica sobre ella (y por eso es que la escribo a estas alturas), pero cuando la vi, me dejó tan impresionado y emocionado, que las palabras me salían solas y así he acabado, publicando en 2024 todavía críticas de películas del año anterior. Si no la habéis visto, hacedlo, que os aseguro que vale la pena, tanto si buscas arte en el cine como si solamente quieres pasar una buena experiencia audiovisual. Y si ya la habéis visto, un revisionado seguro que vale la pena para captar todos los detalles, centrarse en las grandes escenas que he ido mencionando a lo largo de la crítica, y sobre todo, darle vueltas a los profundos interrogantes y temas que plantea la película. "La respuesta está en la montaña".


Daniel
26/04/2024