LA MESITA DEL COMEDOR

Tensión hasta el extremo


Crítica La Mesita del Comedor: tensión hasta el extremo

La mesita del comedor, un título que seguramente haya pasado desapercibido para la mayoría por no ser mencionada por los “principales” críticos de cine, que, sin embargo, se ha llevado numerosos premios, y bien merecidos, en varios festivales “de segunda línea” de cine de terror y fantástico. Y a pesar de ser una película de 2022, que prácticamente no se ha proyectado en ninguna sala de cine y que hasta hoy no he tenido la oportunidad de poder ver, el impacto que ha dejado en mí ha sido tan grande, que he decidido dedicarle una crítica, precisamente para reivindicar que se dé tan poca voz a películas con tanta fuerza como ésta.

Antes de empezar, tengo que advertir al lector: La mesita del comedor es una película muy fuerte, que no es digerible para todas las sensibilidades y que tiene un público objetivo muy concreto, es decir, aquellas personas que busquen un cine más extremo en su contenido y vivir experiencias de tensión elevadas. Porque sin ninguna duda, puedo afirmar que La mesita del comedor ha sido la película de 2022 que más me ha acelerado los latidos del corazón, especialmente en sus intensísimos últimos 10 minutos. Es de esas películas que te hace cómplice de algún suceso y luego va acumulando capas de tensión, inquietud y ansiedad, e incomodidad frente a un humor demasiado negro como para poder reírse. Esta película les gustará a aquellas personas que disfrutaron de la experiencia de ver películas como el found footage Exhibit A, ya que aunque el formato y la temática son distintas, su mecanismo precipitador de ansiedad funciona de forma similar. Ahora bien, la crudeza de algunos sucesos es más del palo Miss Violence, aunque la temática también es totalmente distinta. Aunque con estos dos ejemplos creo que queda bastante claro de qué tipo de película estamos hablando.

Dirige la película Caye Casas, director español que hasta La mesita del comedor no había oído nada sobre él. Y si bien a nivel de composición de imágenes cinematográficas todavía tiene margen de mejora, ya se pueden destacar en esta película algunos rasgos muy interesantes. Hay aspectos en los que arriesga y le funciona bastante bien, y hay otros en los que los resultados son un tanto extraños, aunque esto no es del todo negativo, porque también son formas de incomodar al espectador. Por ejemplo, hay momentos en los que el montaje de atracciones (para aquellas personas que no estén familiarizadas con este concepto, el montaje de atracciones, creado por Eisenstein, es aquel que yuxtapone una imagen con otra que no pertenece al mismo acontecimiento para reforzar el sentido de la primera imagen) funciona de maravilla. Esto destaca, por citar una escena, durante la comida, donde vemos planos detalles de ésta junto con otras imágenes que no mencionaré aquí por no desvelar nada de la trama, que hacen que un trozo de tortilla o un vaso de vino puedan ser elementos realmente aterradores. También hay momentos en los que el plano cerrado con inestabilidad y enfoques y desenfoques progresivos catalizan la desesperación y el impacto de las escenas, como sucede en el primer punto de giro o en los minutos finales. A nivel de encuadres, no todos tienen una intención estética, ya que priman las emociones negativas que pretenden generar en el espectador, y por eso hay algunos que se podrían mejorar bastante. Aunque también es cierto que la cámara tiende a acompañar el estado emocional del personaje de Jesús, y eso ya tiene un valor que reconocer.

Pero sin ninguna duda, lo mejor de la película es su economía del guion, que realmente está medido y construido de forma excepcional. No hay conversaciones ni escenas de relleno. Todo apunta hacia lo mismo, todo suma, todo inquieta, todo te hace temer que el desenlace se va a ir de las manos. Es difícil hablar del guion sin hacer spoilers, pero en este caso creo que es especialmente importante ver la película con el mínimo de información posible, incluso sin ver el tráiler. Porque así cada sorpresa impacta más, y a cada paso te hace imaginar lo peor. Porque esta película es una cuerda que empieza a tensarse sin parar, incluso con algunos tirones fuertes que te hacen pensar que va a estallar antes de tiempo, pero se va conteniendo y resistiendo hasta la detonación final. También destacan las antítesis y contrastes en los diálogos. Como cada palabra bonita, cada risa, cada intento de alegrar es una cuchillada que va cargando más y más el ambiente.

La banda sonora me ha dejado sentimientos encontrados. Hay momentos en los que me ha parecido magnífica, por ejemplo, como contrapunto sonoro cuando suena una canción infantil en el momento crítico que supone el giro importante de la película. Pero hay otros momentos en los que me ha confundido, en el sentido negativo del término, porque en mi opinión la canción que estaba sonando no tenía nada que ver ni a favor de la emocionalidad de la escena ni en contraposición con ella, simplemente estaba en otra órbita. Después también hay recursos simples, pero efectivos, como en la escena en plano fijo, donde Jesús va subiendo una caja por las escaleras, y la melodía va cambiando de tonalidad.

Las actuaciones son extraordinarias, especialmente las del personaje de Jesús (David Pareja) y María (Estefanía de los Santos). Ambos destacan por su naturalidad y credibilidad, aun bajo los difíciles papeles que representan. La irritabilidad que consigue transmitir Estefanía de los Santos es algo excepcional, y la complejidad del estado emocional de la interpretación de David Pareja, siendo una situación extrema y a la vez que se gana la empatía del espectador, es algo realmente difícil. El personaje del hermano y su pareja también cumplen bastante bien su papel.

Si bien he mencionado que hay momentos realmente fuertes, lo peor de todo sucede fuera de campo, y además, se ve venir, te conduce lentamente hacia ello. Es cierto que el gore se podría haber rebajado todavía un poco más, ya que la situación es suficientemente crítica como para reincidir más de lo necesario, pero no es una película explícita en imágenes fuertes. Deja espacio para que tú imagines la escena. Por supuesto que los sucesos son inequívocos, sabes en todo momento lo que está pasando. Pero, y esto para mí ha sido un gran acierto, lo más crudo no te lo ha mostrado.

Ahora bien, antes de terminar, valdría la pena reflexionar sobre el sentido de estas películas. No dejan un mensaje positivo, es más, te sumergen en una situación tremendamente negativa y que por su extremismo deja un impacto directo en tu vida, y en tu recuerdo aparece como si realmente lo hubieras vivido. De ahí nace la mirada al vacío que se nos queda cuando aparecen los títulos de crédito. Porque eres consciente de que esta experiencia ha sobrepasado un límite, te ha hecho sentir sensaciones que no habías vivido en la vida real. Y creo que solamente aquí es donde radica su valor, en mostrarnos una de las facetas más terroríficas de la existencia, la ausencia total de la belleza, el caos y desesperación. Pero no para que nos quedemos en este espiral, sino para prevenirnos de él, para ayudarnos a entender a aquellos que sus caminos se han torcido de forma similar, para advertirnos de hasta dónde puede llegar el horror cuando se empiezan a tomar decisiones equivocadas de forma acumulativa.

Bueno, vuelvo a insistir en que el visionado de La mesita del comedor es una experiencia extrema, y precisamente esto representa su mayor virtud para el que vaya en su búsqueda y su mayor pecado para el que aspire a otro tipo de vivencias en el arte. Pero consigue lo que se propone, y esto la convierte en la película de mayor tensión del 2022.


Daniel
19/05/2024