Crítica El gabinete del Dr. Caligari: la hipnosis del espectador
¿Tiene sentido ver una película como El gabinete del Dr. Caligari en pleno siglo XXI? ¿No ha quedado desfasada, desactualizada o envejecida por el paso del tiempo? Seguramente preguntas como estas se os haya encendido en la cabeza al ver que me voy a poner a hablar de una película de 1920. Y no os lo echo en cara, yo también me las he planteado varias veces. Y precisamente por ello me he animado a escribir esta “pseudo-crítica” de la obra maestra de Robert Wiene, para justificar que una película como El gabinete del Dr. Caligari todavía tiene mucho que decirnos a la sociedad de nuestro tiempo.
Es innegable la importancia histórica de la película. Que yo sepa es la primera cinta que se conserva del expresionismo alemán (ya que las versiones originales de otras películas, como El golem, se han perdido), y me atrevería a decir, con el perdón de Griffith, que es la primera película de la historia del cine con una intención artística y verdadero trabajo estético. Aunque en esa época el cine no estaba considerado arte, no tengo la menor duda de que películas como Caligari fueron las que abrieron la puerta a pensar que unas imágenes en movimiento proyectadas podrían ser una verdadera obra de arte. También Caligari es considerada por muchos la película más influyente del género fantástico y de terror, no solo por tener escenas tremendas, como el primer asesinato proyectado en las sombras, o cuando Cesare va a por la chica, sino por el marco que encuadra la película, ese narrador no fiable que cambia por completo el sentido de una película que tampoco cierra su significado. Esto ya lo hemos visto cientos de veces a posteriori, pero en 1920 fue una auténtica revolución. Aunque la magia de esa decisión de guion va más allá que su mera influencia, pero por ahora quedémonos con que una película llena de sombras resultó ser la luz que alumbró el camino de un arte naciente.
Desde el punto de vista sociológico, El gabinete del Dr. Caligari también tiene una importancia capital. Y aquí entra la interesante teoría que planteó Kracauer en su libro De Caligari a Hitler: Una historia psicológica del cine alemán. En esta obra, Kracauer, mediante el análisis de algunas películas de la corriente expresionista alemana, resalta que estas ya profetizaban de alguna manera la llegada del nazismo a Alemania. Figuras como el “Mad doctor” de Caligari, controlador de masas, hipnotizador y manipulador, o la venida del monstruo en el Nosferatu de Murnau, reflejan de alguna manera los pensamientos de los alemanes de la época, y el éxito de tales obras enfatiza el interés de la población en sus temáticas. En 1920, la reciente derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, desestabilizó la sociedad mediante el miedo y el caos, haciendo surgir un oscuro deseo de una solución autoritaria que pusiera orden. Y analizando el imaginario que contienen algunas películas del expresionismo alemán, se pueden extraer figuras y simbolismos que pocos años más tarde se convertirían en realidad. Por eso creo que películas como Caligari resultan muy interesantes para hacer una lectura histórica y sociológica. Aunque, por supuesto, la teoría de que las películas pueden ser oráculos tiene sus limitaciones, y siempre tiene que ir acompañada de un análisis formal y textual para llegar a interpretaciones objetivas. Aun así, volver a estas películas siempre resulta interesante para descubrir y conectar nuevos detalles.
Sin embargo, el hecho de que una película sea pionera, influyente, maestra de las subsiguientes o enriquezca otros ámbitos colindantes como la historia, sociología o incluso la filosofía, no implica que pueda apelar a un espectador contemporáneo. Y esta era la cuestión que me había propuesto responder, así que vamos con ello. Este es realmente un punto fundamental para entender el impacto de esta obra, y para expresarlo claramente voy a tener que suponer que el lector ha visto la película o al menos conoce el gran giro de guion de El gabinete del Dr. Caligari, aunque si os desvelo alguna cosa, la película se puede disfrutar igualmente. La tesis que voy a defender es la siguiente: el anhelo de un espectador frente a una película, especialmente dentro del género fantástico, rima consonantemente con la hipnosis que realiza el narrador no fiable de El gabinete del Dr. Caligari sobre el espectador. Es cierto que Caligari hubiese funcionado muy bien sin el marco que la encuadra dentro de una historia contada por un supuesto paciente de un hospital psiquiátrico (aunque ciertamente el plano final nos abre la posibilidad de que el narrador haya sufrido una hipnosis o alguna manipulación por parte de Caligari, y que realmente sea cierto lo que hemos visto). Pero si la película hubiera acabado antes de la entrada al psiquiátrico, se hubiese quedado como una historia más, muy bien contada, pero que seguramente el tiempo sacaría a relucir sus canas. Sin embargo, al darle una vuelta completa, al transformar todo en un engaño, una hipnosis, una pesadilla, atrapa directamente al espectador.
Cuando nos ponemos frente a una pantalla de cine, hay algo en nuestro interior que anhela ser absorbido, manipulado, hipnotizado, transfigurado por las imágenes. Queremos reír, llorar, pasar miedo, tensión, alegría, compasión… Queremos pensar, gritar, sentir, dudar, encontrar, soñar… Queremos que ese mundo que abren las películas y que sabemos que es ficticio, se fusione con el nuestro en el momento en que se apagan las luces de la sala de cine y se enciende el portal de la pantalla, ese telescopio que nos permite mirar el más allá, ese microscopio que nos da acceso a las realidades más profundas, ese espejo en el que nos vemos a nosotros mismos reflejados… Caligari no hipnotiza solo a Cesare, sino al mismo espectador. Nos adentra en el onírico mundo expresionista y abre la caja de pandora, en el mundo del cine, de la manipulación mediante los relatos. Y para más inri, no clausura el relato, lo deja semiabierto, revistiendo ese mundo de ensueño de mayor ambigüedad. Por todo esto es por lo que creo que El gabinete del Dr. Caligari resultó tan interesante en su momento como lo es ahora y lo será siempre, por su mecanismo de funcionamiento interno, por su misterio y su manipulación del espectador. Esta película nunca estará superada, siempre podremos volver a ella para sacar más. No es solo la pionera en este aspecto, sino la fuente de la que bebieron todas las demás que trataron, tratan y tratarán de imitarla.
Creo que dentro de esta lógica de sueño (o mejor dicho, de pesadilla) los decorados expresionistas tienen una coherencia absoluta, que incluso está presente en los intertítulos. Toda la escenografía refuerza las emociones, es un mundo en el que todo expresa lo que sienten y viven los personajes. Ese malestar interior que deforma todos los elementos visuales, las composiciones diagonales desestabilizantes y agudas… A nivel de lenguaje cinematográfico, como es evidente, tiene las limitaciones propias de la época. La cámara está prácticamente inmóvil, quitando algún ligero paneo, y la puesta en escena tiene un aspecto bastante teatral, quitando algún plano medio o primer plano que hacen con el objetivo más cerrado para mostrar solo el elemento del plano que se quería resaltar. Pero bueno, así podemos disfrutar de la película sin obsesionarnos con analizar demasiado la forma. Por destacar un par de cosas más, para que os fijéis, dependiendo de la versión, la cinta no es en blanco y negro, sino en amarillo y azul, para diferenciar las escenas de día y de noche. También la banda sonora tiene momentos que acompaña muy bien a la película (al menos la que he visto yo, la que fue restaurada por la fundación Murnau). Y tiene algunas escenas que son realmente buenas.
Bueno, no sé si esto servirá para convencer a alguien para que se anime a ver la película, o, si ya la habéis visto, que la sepáis ver con una lente distinta. Pero si os gusta el cine, no tenéis escusa. Además, es corta (77 minutos) y al estar libre de derechos de autor en Estados Unidos (cualquier película anterior al 1929 ha perdido ya los derechos de autor en EE.UU.), la podéis encontrar fácilmente y de forma legal en internet. Y recordad, igual que conocer el pasado, los orígenes, de una persona nos ayuda a entenderla mejor en el presente, e incluso intuir hacia dónde se proyectará su futuro, lo mismo pasa con el cine. Conocer de dónde beben sus raíces nos ayuda a apreciar mejor la belleza de sus flores.
Daniel
07/03/2025