Crítica Beau tiene miedo: un largo viaje onírico
Cuando terminé de ver Beau tiene miedo, me pasé un largo rato pensando cómo debería afrontar esta crítica, si debía defenderla, o tenía que machacarla como estaban haciendo la mayoría de críticos. Porque la tercera entrega de Ari Aster estaba claro que iba a generar división, ya que las películas con un estilo tan radical, y más cuando vienen de la mano del director que ha hecho dos de las grandes películas del terror contemporáneo, no dejan indiferente a nadie. Y precisamente por esto, aunque me vaya a pasar gran parte de la crítica sacando los aspectos negativos de la película, creo que Beau tiene miedo no es una película fallida. Es más, es necesario que existan películas así, que arriesguen, que se salgan de lo establecido, que den carta libre al director para que desborde toda su imaginación en ella y pueda experimentar para encontrar su estilo. Es cierto que no es la obra maestra que todos esperábamos, que después de haber visto una maravillosa tercera película por parte de Robert Eggers y por parte Jordan Peele, teníamos la esperanza que Ari Aster pudiera dar también ese salto de escala. Pero es innegable que Beau tiene miedo tiene cosas muy valiosas que hay que valorar.
Voy a dejar clara mi postura desde el principio: Beau tiene miedo tiene partes que me han gustado mucho, y otras que no me han gustado nada. Por eso he salido bastante confuso de la película, porque la primera hora y veinte minutos me ha gustado muchísimo, la siguiente hora me ha sobrado por completo y en los últimos veinte minutos he conseguido engancharme otra vez. Porque el primer problema que tiene esta película es que tiene partes muy marcadas (quizás pretendiendo dar esa sensación de los sueños donde apareces en un sitio sin saber cómo, o quizás por el hecho de los recortes que han tenido que hacer a la duración de la película). Y esto sumado a que la película es bastante larga, me ha generado la sensación de que acababa de ver cuatro capítulos seguidos de una serie.
Pero antes de sacar el hacha de la destrucción, empecemos por resaltar todo lo bueno que tiene. Primero, Ari Aster demuestra hacer muy buen uso de la mirada subjetiva. En muchos tramos de la película nos podemos sentir realmente como si estuviéramos viendo la realidad a través de los ojos de Beau. En general, este director hace muy buen uso de la cámara como elemento narrativo. Por ejemplo, en los acercamientos progresivos hasta llegar al primer plano en las llamadas telefónicas y en algunas conversaciones, en el uso de planos detalles, en los enfoques selectivos, en los planos picados…
Los primeros 40 minutos funcionan a la perfección. Nos muestran al personaje de Beau y su percepción de la realidad, y como va volcando sus miedos progresivamente sobre su situación, en forma de pesadilla que va en aumento hasta el punto en que todo se desmorona. En esta primera parte podemos ver al Ari Aster que ya conocíamos y que tanto se asocia con el concepto de “terror elevado”, ese terror más psicológico que huye de los sustos fáciles y nos centra más en lo que siente el personaje. Hay escenas que son realmente buenas, como cuando tiene que salir de casa para ir a buscar la botella de agua. Si bien es cierto que el ritmo de paranoia incrementa muy rápido, en esta parte es muy efectivo. También me fascinan los cortes que hace en algunas escenas donde, en plano fijo, hace un salto de unas horas.
Los siguientes cuarenta minutos aunque parece que expliquen una historia distinta, para mí también están muy bien construidos. Esta parte me ha recordado a la primera mitad de Get out de Jordan Peele, donde estamos en una casita aparentemente idílica, pero con elementos que inquietan y advierten de que hay algo que no va bien. Por ahora no voy a entrar en spoilers, así que de este tramo solo voy a decir que el thriller psicológico sigue funcionando bastante bien y, aunque lo que aporta no es esencial para la trama, me ha gustado también cómo lo extraño va ganando terreno a lo “real”.
En la tercera parte (desde 1h y 20 minutos hasta las 2 horas, más o menos) es el trozo que más me falla. No porque haga un mal uso del lenguaje cinematográfico (de hecho, tiene un uso de la animación muy interesante), sino porque rompe totalmente con el ritmo de la película. Pasamos de un thriller a una representación teatral muy cargada de simbolismo que nos intenta explicar cosas y a la vez no nos explica nada (o incluso llega a confundir más todavía). Y si a eso le añades que lo surreal se come completamente a lo real, desemboca un poco en lo absurdo. Porque como he dicho antes, el thriller psicológico de esta película funciona muy bien, pero el drama no funciona en absoluto. Sobre esto ahondaré un poco más en la parte con spoilers. La última hora de película, en mi opinión, empieza muy mal y al final consigue recuperarse un poco, siendo la última escena una de las mejores de esta segunda mitad.
La actuación de Joaquin Phoenix es fantástica, aunque difícilmente logramos empatizar con su personaje, pero esto no es culpa del actor, sino de la caracterización que le han dado en la historia. La banda sonora también me ha parecido acertada, aunque tampoco es demasiado destacable. Por último, Ari Aster sabe construir muy bien algunas escenas, incluso introduce elementos muy originales, pero en general la narrativa de la película no está bien construida, los ritmos a veces oscilan, y siendo una película de tres horas, hace que resulte un poco larga.
Ahora sí, hablemos con spoilers. ¿Cuál es el problema principal de Beau tiene miedo? Pues que la película carece de intención y que el espectador no tiene claro en ningún momento cuál es el propósito de la trama. ¿Qué tiene que conseguir Beau? ¿Ir a ver a su madre? Pero si está muerta, ya nos da igual. ¿Por qué nos tiene que dar pena Beau y tenemos que sufrir con él? ¿Si no nos ha dado tiempo a crear ningún vínculo emocional con él antes de que empiecen a ocurrirle todas las desgracias? Pues a esto es a lo que me refiero con que el drama no funciona. Beau es tan desdichado desde el principio que nos resulta imposible identificarnos con él. Lo único que consigue algo son las escenas de los recuerdos que tiene Beau (que por cierto, están muy bien integradas). Pero si esto es lo que funciona, ¿por qué no me das 30 minutos seguidos de flashbacks en vez de media hora de teatro surrealista, Aster? Porque ese es el segundo gran problema de la película: que lo surrealista, lo onírico, lo esquizofrénico se come a lo real, cargándose ambas partes. Es cierto que no podemos pretender que todo el mundo sea igual de talentoso que David Lynch, pero en Beau tiene miedo esto no acaba de funcionar.
Por poner un ejemplo de película de este estilo a la que le sale bien la apuesta: I’m thinking of ending things, de Charlie Kaufman. Esta película también tiene un punto de vista muy subjetivo y distorsionado por la mente del narrador, incluso atravesando lo onírico y pesadillesco (si es que existe esta palabra), pero esto no ahoga la trama que estamos viendo (o que creemos que estamos viendo) y aunque cuando comprendemos la realidad lo interpretamos de una manera totalmente distinta, toda la narración anterior nos resulta igual de interesante y contribuye positivamente con el tema y el mensaje de la película. En cambio, en Beau tiene miedo, a veces se centra demasiado en otros miedos y esto nos aleja de lo que debería ser el motivo vertebrador de la historia: la relación materno-filial. También el hecho de que desde el principio ya nos muestre de forma exagerada que la realidad y la ficción se entremezclan, ya nos hace dudar de todo la película. Como no sabemos qué es real, esto hace que perdamos interés por los sucesos en sí y nos centremos más en un simbolismo que no sabemos a dónde nos quiere dirigir. De hecho, el plot twist de la película (que la madre había fingido su muerte), ni siquiera me ha sorprendido, no porque me lo esperara, sino porque desde el principio ya había barajado la posibilidad de que la muerte de la madre fuera solo un delirio de la mente esquizofrénica de Beau. También la escena anterior es bastante anticlimática y no ayuda en absoluto a darle fuerza al giro narrativo.
El tema de la relación entre madre e hijo, las madres sobreprotectoras y posesivas, e incluso los problemas de salud mental que pueden derivar de ciertas experiencias, son temas muy interesantes y poco habituales en el cine. Y por eso veo que es valiente apostar por algo así. Sin embargo, creo que Ari Aster lo tendría que haber hecho más accesible al espectador, buscar darle un toque más dramático y sentimental, y ahondar más también en el hecho de que la madre sea así porque su marido la abandonó y ella no quiere que su hijo la deje. Porque esta es la causa de la posesividad de la madre que lleva a inducir miedos irreales en el hijo y por culpa de eso, Beau desarrolla una inseguridad y paranoia irracional. El final en el que Beau mata a su madre y luego se suicida tampoco me convence, aunque me ha parecido muy interesante la escena del juicio en el que Beau muestra su sentimiento de culpabilidad.
Antes de terminar, me gustaría hacer una reflexión acerca de si es necesario mostrar la desnudez de algunos personajes en la película. Y no hablo solo de la escena en la que Elaine muere, que como ya he dicho, creo que está fuera de lugar y rompe tanto con el clima como con la narración de la historia, sino también en la parte en la que Joaquin Phoenix sale corriendo a la calle sin nada. Esto que ya pasaba también en Midsommar, me parece que supera unos límites que faltan al respeto al actor/actriz, y también al espectador. Primero, porque no es necesario, ya que moviendo un poco la cámara o jugando con las luces se puede mostrar mucho menos y que el espectador entienda lo mismo. Segundo, porque no sabes qué público va a ver esa película y qué criterios morales tiene, y en general es bueno luchar contra la hipersexualización que sufren muchos actores, especialmente actrices, en el mundo del cine. Y tercero, aunque esto ya sea meramente utilitarista, seguro que puedes bajar un poco el presupuesto de la película y la calificación de esta, y así llegar a más audiencia.
Bueno, resumiendo, Beau tiene miedo me parece una película arriesgada con algunas escenas muy bien conseguidas y un trabajo estético con mucha personalidad, que si bien la forma acaba comiéndose al argumento, y le falta una intención más definida, acaba siendo una película necesaria y seguramente de los proyectos más interesantes que nos traerá este año.
Daniel
05/07/2023