Crítica Aftersun: la magia del cine sensorial
“Es bonito ver que podemos ver el mismo Sol aunque no estemos en el mismo sitio. Estamos bajo el mismo cielo, así que un poco estamos juntos”. Todos estamos bajo el mismo Sol, pero ese Sol a veces incide de forma distinta en las personas, a veces deja quemaduras. Y precisamente eso es lo que es Aftersun: un intento de comprender esas quemaduras, de ver lo que queda después del Sol de ese verano, y de intentar sanarlas y reconciliarse.
Aftersun es el primer largometraje de la directora escocesa Charlotte Wells, pero demuestra una madurez y una sensibilidad sensacional. Bajo la historia de un verano compartido entre un padre de 31 años, Calum (inquietante interpretación de Paul Mescal) y su hija de 11, Sophie (una maravillosa Frankie Corio) esconde varias capas cada cual más profunda y triste. Si tuviera que destacar dos elementos de esta película, serían la belleza sensorial y la sutileza. Aftersun es de esas películas que se denominan como cine sensorial, es decir, aquellas que sugieren más por las sensaciones que transmiten que por la narrativa. En otras palabras, las imágenes que nos muestra no representan la realidad tal cual, sino que captan su esencia a la perfección y la sustituyen. Decía Fellini que en el cine “no hay principio, no hay fin, lo único que hay es pasión por la vida”, y eso es lo que pretende Aftersun: presentar una serie de recuerdos, de vivencias, a veces sin seguir una estructura línea, a veces sin ser 100% fieles a la realidad que sucedió (porque sí, nos están narrando los recuerdos de la propia Charlotte Wells), pero que transmiten a la perfección las sensaciones concretas de esa realidad. Es una especie de metonimia, donde una cosa es la realidad literal de lo que estamos viendo y otra la realidad percibida, la que nos transmite la experiencia estética que supone el visionado de esta película. Aftersun es el ejemplo perfecto de cómo la imagen cinematográfica supera a la imagen real en belleza y realismo.
¿Y cómo consigue esto la directora? Pues a veces la respuesta es la simple y plena mirada del artista. Pero Charlotte también sabe hacer muy buen uso del lenguaje cinematográfico. Para empezar, y sin entrar por ahora en el simbolismo, destaca la importancia de los planos cerrados que nos acercan a las sensaciones de los personajes. También hay que resaltar la diferencia entre el plano-contraplano del padre y de la hija. Al padre muchas veces lo vemos de espaldas, en un lateral, con mucho espacio negativo en la imagen, reflejando la soledad y el vacío que siente. A Sophie, en cambio, se la retrata varias veces en primeros planos, enfatizando su mirada, como mira a las personas, las curiosidades que siente y van despertando en ella, pero a la vez sintiéndose muchas veces aislada de las personas que tiene alrededor (por ejemplo en el partido de waterpolo o cuando está con los jóvenes mayores que ella), fruto de ese cambio que está haciendo, de ese nuevo descubrir de la vida que supone el pasar de ser una niña a ser una adolescente, pero sin verse pertenecer a ninguno de los dos. Otro aspecto interesante son los planos donde el cielo o el mar ocupa gran parte del encuadre, casi machacando a los personajes y mostrando su pequeñez. También la cámara se muestra muchas veces realizando ligeros paneos o suaves movimientos, como si fuera un espectador que observa con cariño y delicadeza una escena, pintando con la mirada cada elemento del encuadre. Y la paleta de colores suaves y harmónicos, que junto a la banda sonora son como pequeñas olas que van y vienen con un tono melancólico y triste.
Pero como he comentado antes, Aftersun no solo destaca por la belleza de sus imágenes, sino también por la sutileza con la que está construida. Nos va mostrando detalles poco a poco que van in crescendo conduciéndonos emocionalmente hasta un clímax donde verdaderamente comprendemos la magnitud de lo que estamos viendo a la vez que nos rompe por completo. Aftersun está llena de pequeños detalles simbólicos. Por ejemplo, la escayola que lleva el padre en el brazo, que simboliza que está escondiendo una herida por dentro y no la quiere mostrar, el hecho de que Sophie tiene problemas para sumergirse, el verdadero significado de sumergirse en el agua, y de saltar en paracaídas en el aire. Esta película no recalca ni subraya las cosas fuertemente, no necesita de grandes elementos melodramáticos, sino que se va construyendo poco a poco a base de sutiles detalles, se va tejiendo un relato bellísimo que solo somos capaces de ver completamente e interpretar una vez este llega a su fin.
Pasemos ahora a interpretar de qué nos habla la película. Por eso a partir de ahora voy a hablar con spoilers. Aftersun nos habla realmente del último verano que pasó Sophie con su padre, pero narrado por una Sophie ya adulta, de 31 años (edad con la que supuestamente se suicidó su padre). Este juego de edades construye una narrativa muy interesante, porque la historia son los recuerdos y grabaciones de una niña de 11 años recordados e interpretados 20 años más tarde. De ahí que la historia sea tan demoledora, porque la Sophie de 11 años no era consciente de la depresión que tenía su padre ni de que sería el último verano que estaría con él, pero la Sophie de 31, la que ahora está recordando y reviviendo esos momentos, ahora es capaz de comprender por lo que Calum pasó, y al hacer esta película, Charlotte Wells (representada por Sophie en la película), está haciendo las paces con su padre, le está diciendo que lo comprende y que le perdona.
A lo largo de la película hay diferentes escenas que son clave para que entendamos qué está sucediendo. Me voy a centrar especialmente en tres. La primera es en la primera noche en el hotel, cuando Sophie se duerme, y con la cámara desde dentro de la habitación, escuchando la respiración de una Sophie que duerme tranquilamente, vemos que el padre sale fuera y empieza a fumar y a hacer movimientos de baile muy extraños. Aquí se nos muestra claramente que hay algo que no está bien en Calum, pero que este sale a fuera y da la espalda, para ocultarlo, y Sophie no es consciente de nada, está dormida frente al verdadero sufrimiento de su padre. La segunda escena que quiero destacar es un plano precioso en el que vemos en un lado de la imagen a Sophie, leyendo, con luz cálida, y al otro lado a Calum en el baño, con luz fría, cortándose el yeso del brazo. Esta escena, aparte de la belleza visual que contiene, también nos empieza a introducir que no solo Sophie no es consciente de los verdaderos problemas de Calum, sino que además Calum tampoco es del todo consciente de la etapa de la vida de Sophie que está pasando, el momento de entrada a la adolescencia, cuando empezará a definir su personalidad y cuando más necesita sentirse comprendida y escuchada. Esto también se explica de forma metafórica cuando Sophie dice que no entiende el libro que le recomendó, y Calum se limita a decirle que no abandone y siga leyendo, y que al final le gustará. La tercera escena para mí es el momento en el que esta separación que se da en los personajes, tanto emocionalmente como en el encuadre cinematográfico, llega a su más alto grado: el karaoke. Esta escena es realmente triste, porque refleja tanto lo que está sucediendo como lo que va a suceder después del suicidio: que su padre le deja sola y que Sophie se siente abandonada e insegura. Y si a esto le añades que la letra de la canción te está narrando lo mismo de otro modo, el efecto es totalmente desolador. Aunque después de eso, al día siguiente, se ve como Calum se arrepiente y le pide perdón, y también Sophie le da una sorpresa por su cumpleaños, que también sirve para enmendar que cuando Calum cumplió 11 años nadie se acordó de su cumpleaños (es interesante también pensar en el significado de los cumpleaños, como celebración de la vida, y relacionarlo con los sucesos de la película).
Calum se nos muestra como un padre que a pesar de tener que lidiar con una depresión grave se esfuerza por hacer feliz a su hija, pero su propia vida le desborda y por eso también comete errores. Que ha probado diferentes remedios (meditación, tai chi…) pero aun así se encuentra vacío. La causa de todo esto no la explicita la película, pero sí que se pueden leer algunos mensajes implícitos. Por ejemplo, cuando Calum le dice a Sophie que vaya a presentarse a dos niñas que acaban de llegar con sus padres, y ésta no quiere porque la ve “demasiado jóvenes” (aunque aparentemente una debe tener más o menos su edad), mientras que Calum ve a los padres “demasiado viejos” cuando éstos tampoco estarán muy distantes a su edad. Esto puede ser debido a que la otra familia es una familia estable y completa, mientras que Calum y Sophie llevan las heridas de una ruptura, y por eso se sienten tan distantes a ellos. También podemos ver que Calum prácticamente solo sonríe cuando habla de mujeres de las que había estado enamorado en un pasado. Y es que el amor a una familia es algo que llena de sentido y a la vez da una gran estabilidad. Es curioso porque el tema de la familia también está muy presente en otras películas estrenadas durante este año (Avatar 2, Todo a la vez en todas partes, Los Fabelman, The Whale…). Quizás es porque la familia está entrando en crisis en la sociedad actual, y se está empezando a ver la necesidad de darle el valor y la importancia que merece.
Antes de hablar del final de la película, hay otro aspecto que me gustaría resaltar. Si nos fijamos, en varios momentos aparecen personas haciendo parapente por el cielo. Estos, además de regalarnos algunos planos fantásticos con una composición triangular entre Calum-Sophie-parapentista, sacan a relucir otro tema recurrente: saltar al vacío, caer o volar. Porque este es el debate interno que está presente en el padre: se encuentra en un vacío, y solo tiene dos opciones, volar con Sophie, que está en el despertar de la juventud, o caer y abandonar para siempre.
Por todos estos detalles mencionados anteriormente, que nos ayudan a comprender poco a poco la realidad a la vez de anticiparnos lo que está por venir, y por la gran empatía generada hacía nuestros dos protagonistas, el clímax de la película es a la vez tan conmovedor como demoledor. Aquí se nos demuestra la magia de la imagen cinematográfica que nos presenta ese doble abrazo con su padre entre la Sophie de 11 años y la Sophie de 31, que es a la vez abrazo de reconciliación y de despedida, abrazo de tristeza porque nunca podrán cumplir la promesa de contarse todo y a la vez abrazo de comprensión por empezar a entender por todo lo que pasó su padre y todo esto conjugado con un juego de luces e imágenes tremendamente bellas con la canción repitiendo la frase “this is our last dance”. Esta escena es de las que consiguen llegar a lo más hondo de tu corazón, sacudiéndote por la tristeza de lo que acabas de ver, pero a la vez llenándote de emoción y deseos de apreciar a las personas que amas y ser más consciente de sus sufrimientos. Una verdadera obra de arte.
Resumiendo, Aftersun es de esas películas que muestran la belleza del cine sensorial, fruto de la portentosa mirada de Charlotte Wells que sabe poner la distancia adecuada de la cámara sobre las imágenes, para regalarnos una historia con sus conmovedoras memorias y recuerdos, sin dejarse ahogar por la nostalgia y con una delicada sutileza, y transmitir así al espectador de forma sensible sus emociones más sinceras.
Daniel
20/06/2023